Cuando planteamos una reforma integral o una reforma que implique cambiar el suelo de nuestra vivienda, siempre llega el momento en el que hay que decidir cual de las opciones que hay el mercado en cuanto a materiales debemos usar. En las reformas de viviendas en Lugo la opción mayoritaria son suelos de madera o similares, ya que el invierno es frío y utilizar materiales como el mármol o el gres esta más pensado para zonas más cálidas. Por eso en la mayoría de las reformas utilizamos suelos de parquet o de tarima flotante.

En los últimos años habrás oído hablar mucho de los suelos de parquet o de tarima flotante ya que se han instalado muchos en las reformas que implican cambiar el suelo. Tendrás conocidos que respaldaran los beneficios de uno u otro material, pero en muchas ocasiones no tenemos claras las diferencias entre ambos tipos de materiales. Tampoco en qué situaciones es mejor recurrir a uno u otro.

Que son la tarima flotante y el parquet?

El suelo de parquet está formado por la composición de varias tablillas de madera colocadas unas junto a otras. Pueden formar dibujos y ángulos, o bien colocarse una a continuación de otra, sin mas. Sus dimensiones suelen ser variables. Generalmente no son muy gruesas, y cada tablilla suele rondar el centímetro de espesor. Suelen ser bastante estrechas: entre 3 y 8 cm. En cuanto a su largo, que también es variable, no suele superar los 40 o 45 centímetros. Es siempre de madera.

Por su parte, la tarima flotante puede ser de madera o de materiales que la imiten. Incluso, si se trata de tarima realizada a partir de materiales sintéticos, puede imitar a otros materiales. Por ejemplo, al mármol y al gres. Al igual que el parquet, se presenta en láminas que se van colocando una junto a otra, ya sea rectas o formando dibujos o ángulos.

El parquet y la tarima flotante también se diferencian en su precio. El parquet suele ser más caro, sobre todo si se trata del compuesto por láminas de primera calidad. La tarima flotante suele ser más asequible.

Cómo se coloca el parquet o la tarima flotante?

Por lo general, la instalación del parquet es más complicada que la de la tarima flotante. Cuando iniciamos la reforma del suelo, para colocar el parquet hay que retirar el suelo que estuviese instalado, en caso de que lo haya. Después hay que pegarlo al suelo para que no se mueva, tablilla por tablilla. Y una vez hecho esto, es necesario acuchillarlo para igualarlo. Así se evita que unas tablillas queden más altas que otras.

Por último, es necesario barnizarlo para darle un aspecto cálido y agradable, un proceso bastante lento y engorroso. Por lo tanto, la colocación del parquet es un proceso laborioso, que consta de varias etapas. Y por tanto, tardará bastantes días en estar terminado. No obstante, ya hay suelos de parquet que cuentan con un sistema que permite que este tipo de suelo llegue al domicilio listo para instalar. En ese caso no es necesario andar pegándolo tablilla por tablilla, lo que facilita y acelera el proceso.

En cuanto a la tarima flotante, no es un suelo propiamente dicho. Por si misma no constituye una base, por lo que debe haber otra debajo. Por ejemplo, parquet. De hecho, es como se suele colocar: sobre un parquet ya gastado, pero que hace de base para ella, que “flota” sobre él. De ahí viene su nombre. La tarima flotante ya suele venir con sus tablillas con el acabado deseado. Por lo tanto, no habrá que rematarlo una vez colocado.

Además, su colocación suele ser bastante más sencilla que la del parquet. En ocasiones, la tarima flotante cuenta con un sistema de enganche entre tablillas. Gracias a él, la instalación de la tarima no causa apenas residuos, y es bastante rápida. En un solo día puede estar colocada la de varias habitaciones. Como consecuencia, el domicilio estará preparado para amueblar y utilizar de nuevo mucho antes que si se instala parquet.